En el municipio de Santa Margalida hay un total de seis elementos arquitectónicos religiosos protegidos por su valor histórico y artístico. Estos elementos religiosos son de diversa categoría: pequeños oratorios rurales ubicados en posesiones, la casa de la rectoría, el cementerio municipal y la Iglesia Parroquial de Santa Margalida. Estas construcciones han conseguido permanecer durante siglos, más o menos transformadas, gracias a que han tenido un uso continuado en el tiempo y han sido puestos de devoción.
Dentro del núcleo urbano, en el punto más alto de Santa Margalida se encuentra la joya del pueblo, la Iglesia Parroquial de Santa Margalida. El muro de contención de la colina arcilloso sobre el que se sitúa el templo configura unos de los espacios más atractivos del pueblo. Allí se pueden ver las amplias llanuras de cultivo que rodean Santa Margalida. Al mismo tiempo, el muro y la silueta de la iglesia configura uno de los perfiles más característicos del pueblo.
La iglesia fue construida en el siglo XIII en los terrenos donde en época islámica se localizaba la alquería de Hiachat. La tradición dice que la iglesia habría tomado su advocación debido al hallazgo de una imagen de Santa Margalida a una cueva localizada en los terrenos donde se construyó el edificio. Sin embargo, los datos históricos apuntan que la advocación a Santa Margalida se habría debido a que los primeros clérigos de la parroquia provenían de Santa Margalda de Empúries (Cataluña). Con el paso del tiempo, el templo quedó obsoleto para poder meter a toda la población y fue sustituido 1660 por el edificio actual.
El templo es un claro ejemplo de arquitectura religiosa barroca de la Part Forana de la isla de Mallorca. Destaca su fachada únicamente decorada con líneas de imposta y el rosetón. También llama la atención el portal Mayor y las figuras que la acompañan: Santa Margarita, San Pedro y San Juan Bautista. En su interior se conserva parte del antiguo retablo gótico que debía presidir el anterior templo, con una de las representaciones más importantes del gótico mallorquín de influencia senesa que se conservan en Mallorca. Por otra parte, hay otros retablos de épocas posteriores también destacados, como el retablo mayor del siglo XVIII; el de San Francisco de finales del XVI o el de San Sebastián.